Imagen aérea del narcosubmarino apresado en la costa de Pontevedra
"Hace más de una década que los confidentes les hablaban a los
investigadores del narcotráfico en Galicia de submarinos que alijaban
droga frente a la costa gallega. “Marcan unas coordenadas en altamar y
pasan la mercancía (y los tripulantes) a otra embarcación, normalmente, a
una lancha rápida o un pesquero, que descarga en tierra.
Abren una vía
de agua en el submarino, lo hunden y lo abandonan”, repiten fuentes
policiales el relato de sus confidentes. La aprehensión el domingo del primer narcosubmarino
llegado a Europa desde Latinoamérica con 3.000 kilos de cocaína, ha
llevado a pensar a la policía que en la costa gallega “debe de haber más
embarcaciones de ese tipo hundidas”.
Se trata, según los investigadores, de naves fabricadas con este fin
por empresas asentadas en las selvas de Surinam o de Guyana. “Miden unos
22 metros de eslora y tan solo necesitan dos o tres tripulantes, a los
que se les da un cursillo rápido antes de acometer la misión” de cruzar
casi 8.000 kilómetros bajo las aguas del Atlántico, relatan las mismas
fuentes. “Son submarinos de un solo uso que cuestan 1,5 millones de
euros”, remarcan.
El pasado domingo una información recibida de la DEA (agencia para el
control de drogas de EEUU) mantenía agazapados y a la espera en la
playa de Hío, en Cangas do Morrazo (Pontevedra), a miembros de la
Policía Nacional, Guardia Civil y Vigilancia Aduanera. Esperaban asistir
al trasvase de 3.000 kilos de cocaína de un submarino a una embarcación
y capturar a portadores y receptores de la droga. Sin embargo, el mal
tiempo, una posible avería o incluso —señalan fuentes policiales— una
filtración, llevaron a los tripulantes del narcosubmarino a desembarcar apresuradamente en esa zona de la costa gallega. “Quisieron escapar a nado”, explican los agentes, que lograron detener a dos de los tres tripulantes,
dos hombres de origen ecuatoriano.
El tercero sigue huido, aunque los
investigadores confían en dar con él gracias al despliegue policial que
han realizado en esa zona. De los receptores de la mercancía, ni rastro;
aunque las investigaciones policiales también se centran ahora en las
embarcaciones de la zona.
Este lunes continuaban las labores para reflotar el batiscafo, con
una grúa y la participación de equipos especializados de buzos de la
Guardia Civil. Las pesquisas de la Policía Nacional persiguen ahora llegar hasta la organización que está detrás de este último envío. Las primeras sospechas apuntan hacia “los grandes clanes que siguen operando en Galicia”, señalan fuentes policiales.
Las escuchas
Los investigadores recuerdan que en algunas de sus escuchas, “ya
desde 2006”, hay referencias a ese tipo de embarcaciones, que comenzaron
a usarse después de que cayesen los históricos narcos gallegos, con José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco,
a la cabeza, como el máximo exponente de un periodo. Vino después “una
época de mayor discreción”, un tiempo en el que una suerte de espeso
silencio ocultaba a los nuevos capos gallegos que tomaron el relevo.
Porque, si de algo están seguros los agentes que luchan contra el
narcotráfico, es de que “el negocio nunca ha cesado en Galicia,
desde donde se han coordinado muchos envíos a Europa, porque es donde
se hicieron los contactos con los carteles colombianos al principio y se
estrecharon esos lazos, que permanecen vivos hoy”, aseguran.
La ostentación aparentemente impune de los capos de la droga de
antaño, las persecuciones de lanchas rápidas en las rías y las grandes
redadas, fueron sustituidas por las cautelas, las sordinas y los
submarinos hundidos y nunca encontrados.
Todas las esperanzas para demostrar la existencia de esos correos de
la droga semisumergibles, casi convertidos en leyenda, se concentraron
en 2014 en un testigo protegido: José Luis Fernández Tubío. Fue en el
juicio contra los arousanos Óscar Manuel Rial Iglesias, conocido popularmente como El Pastelero, y José Constante Piñeiro Búa, alias Costiñas. Ambos resultaron absueltos.
Tubío, un marinero de Boiro que dijo ser tripulante de las
planeadoras de la organización investigada y hacer de intermediario con
los proveedores de la cocaína, llevaba años como testigo protegido y
estaba dispuesto a declarar ante el juez de la Audiencia Nacional, en
este caso Fernando Grande-Marlaska, ahora ministro del Interior en
funciones. “En su declaración ante la policía hablaba de un submarino
desde el que se alijaba la cocaína”, recuerdan los investigadores.
Pero, contra todo pronóstico, el arrepentido Tubío desapareció justo el día antes del juicio, convirtiendo el que prometía ser un gran proceso judicial por narcotráfico contra el llamado clan de Los Pasteleros en uno enorme fiasco.
Un total de 25 acusados, y solo tres de las 15 personas que detuvo
Aduanas a bordo del barco San Miguel que transportaba la droga fueron
condenados.
Sin conexiones ni pruebas
Desde entonces, los agentes de la lucha contra el narcotráfico en
Galicia han tratado de buscar conexiones y pruebas sin éxito entre
algunos de los presuntos narcos señalados en aquel juicio y los envíos
de droga interceptados desde Latinoamérica.
La macrooperación a escala internacional del pasado domingo ha
logrado destapar un sistema sumergido de transporte de cocaína desde
Colombia. Los investigadores estiman que “al menos se habrán hecho dos
envíos de esas características al año”. Y no descartan que detrás de
este último envío pudiera estar incluso algún histórico del narcotráfico
en Galicia manejando los hilos desde prisión. Fuentes próximas a la
investigación señalan que “en círculos penitenciarios” corría la voz
desde hace más de un mes de que un conocido narco gallego podía estar
preparando un envío de 3.000 kilos de cocaína lo que aproximadamente
calculan que hay en el batiscafo hundido en la playa de Hio." (Patricia Ortega, El País, 26/11/19)
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