"El del gallego en la escalera es un tópico tan extendido y asentado como erróneo, además de contener con frecuencia una carga peyorativa, cuando remite a la doblez, al ocultamiento de las verdaderas atenciones. El gallego no solo es muy consciente de si asciende o desciende, sino que sabe perfectamente cuál es la dirección de cada uno de sus paisanos con los que se cruza entre peldaños. Como explicó en una ocasión en La Voz de Galicia el antropólogo Manuel Madianes, la pregunta de si sube o baja “nunca se la va a formular un gallego a otro, porque están en la misma clave lingüística, de pensamiento y experiencias”. El tópico refleja el desconocimiento, a menudo por abulia, del carácter galaico, que no es tan difícil de descifrar si existe voluntad de hacerlo. Lo mismo sucede con numerosos mitos electorales que el domingo fueron desmentidos en las urnas, lo que no impide que vayan a seguir vigentes e incluso a robustecerse.
1. Galicia es un feudo del PP
El feudo existe, desde luego, pero no es la Galicia electoral en su conjunto, sino la Xunta. Desde 2014, desde el colapso del bipartidismo en España y el surgimiento de la lógica de los bloques ideológicos, los populares gallegos, sumándoles a sus aliados de Ciudadanos y Vox, han perdido frente al bloque progresista todas las europeas, municipales y generales, excepto las de 2016, si bien en las del 2023 se impusieron en escaños, pero no en sufragios. Llegaron a tener alrededor de tres cuartas partes de los alcaldes gallegos y hoy, cuentan con menos de la mitad. Así, la cuestión del domingo era si la Xunta iba a seguir siendo una isla en la Galicia progresista o si las autonómicas se iban a homologar con el resto de las elecciones. Con el debutante Alfonso Rueda de cabeza de cartel y Alberto Núñez Feijóo en la madrileña Génova, como antes Fraga y Rajoy, el PP aguantó su feudo, la Xunta. Y ha logrado por primera vez completar una sucesión sin perder el poder.
2. Una abstención baja perjudica al PP
Es un mito irreductible, que goza de una salud de hierro. Los candidatos progresistas, sobre todo del PSOE, repiten en campaña como un mantra la idea de que solo llenando las urnas de votos será posible desahuciar al PP de la Xunta, que considera suya y, en la práctica lo es, pues la ha tenido 36 de 42 años, que serán 40 sobre 46 si Rueda completa la legislatura. La tesis de que una alta participación beneficia a la izquierda se verificó en 2005, cuando cayó Fraga con la máxima afluencia a las urnas hasta entonces, pero la desmintió en 2009 el triunfo de Feijóo, con un porcentaje de votantes sobre el censo aún mayor. Y con la victoria de Rueda ha vuelto a suceder, aunque de una forma menos rotunda.
3. El domingo hubo un récord de participación
La niebla electoral gallega se hace espesísima, como la del en ocasiones londinense Lugo invernal, en el terreno de la participación. Se cruzan dos fenómenos, el descomunal peso del censo del extranjero, con casi medio millón de electores y menos de 40.000 votantes, y el desastre de la información electoral oficial en España. Portugal o Perú, por ejemplo, ofrecen los datos por separados del interior, el exterior y el total. El Gobierno y las autonomías no lo hacen, sino que noche electoral tras noche electoral, sin que nadie diga nada, caen en el disparate de no comparar ese mismo dato con el cuatro años atrás, sino con el final, que incluye al extranjero. Así, la Xunta asegura que el 18-F hubo un aumento de 18 puntos, pese a que fue 8,4 puntos. Se habla de un récord histórico del 67,3% un espejimos que desaparecerá el próximo lunes cuando se compute la abstención de fuera de Galicia y aparezca el dato final, que debe de rondar el 57%. Aún así ese 67,3% de participación del domingo en el territorio gallego fue la tercera más alta de siempre, muy cerca del 68,1% de 2005 y por debajo del 70,5% del 2009, cuando Feijóo ganó por primera vez.
4. La emigración ha sido decisiva en Galicia
En el libro repleto de inexactitudes y errores de bulto que el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales publicó en el 2022 bajo el título de El voto de los españoles del exterior se afirma que en Galicia este sufragio “ha sido decisivo en diversos comicios autonómicos”. Nunca pasó. Sólo sucedió en Asturias, en 2012. En Galicia el recuento del extranjero provocó cuatro cambios de escaños, en 1989, 1997, 2009 y 2020, pero ninguno tuvo repercusión alguna ni en la gobernabilidad ni en la correlación de fuerzas del Parlamento. Aún así se repite que en Galicia la emigración ha sido decisiva, pese a que en realidad la que vota es la diáspora, una comunidad formada sobre todo por hijos y nietos de emigrantes, pues los nacidos en Galicia son menos de un tercio.Esta diáspora, con su censo colosal tiene la potencialidad de ser determinante, pero hasta ahora nunca sucedió.
5. Está claro cuál es el techo del BNG
En las generales de 2023, cuando el Bloque avanzó sólo 1,3 puntos respecto a 2019 y su de nuevo único diputado en el Congreso contrastaba con las desmesuradas pretensiones de Ana Pontón de hasta contar con un grupo propio, aparecieron de nuevo las voces que situaba al BNG en las autonómicas en como mucho su techo histórico de 1997, con el 25% de Xosé Manuel Beiras. Se trata de un punto más que lo obtenido por la actual líder en el 2020. El domingo pulverizó esa marca histórica con el 31,6% de los votos y, lo que resulta mucho más importante, superó el umbral del 30%, algo que sólo habían logrado los tres grandes partidos españoles existentes desde 1977, UCD, PP y PSOE. No debe de faltar mucho para que se asegure que ese redondeando, 32% supone lo máximo que puede obtener el Bloque, pese que los acontecimientos recientes deberían empujar a la prudencia.
6. El PSOE presenta a un candidato a la presidencia de la Xunta
Desde que hace quince años en el día de reflexión en Lugo los barones socialistas gallegos, con el todopoderoso José Blanco a la cabeza, decidieron cortarle la cabeza al entonces presidente de la Xunta Emilio Pérez Touriño si, como temían y sucedió, perdía al día siguiente, el PSdeG-PSOE no ha vuelto a presentar a un candidato de verdad a la presidencia de la Xunta. Inmerso en una incesante y desquiciada muñeira no ha parado de cambiar de líder y en esta ocasión, al apostar por José Ramón Gómez Besteiro, lo hizo casi a última hora. En las doce elecciones gallegas los socialistas han tenido nueve candidatos, frente a los cuatro del PP y los otros tantos del BNG, si bien en once convocatorias. Sólo repitieron Fernando González Laxe, en una ocasión, y Touriño, en dos. Ahora resulta ya innegable que éste es el mayor problema del PSdeG, pero se repara en él justo cuando tiene un líder que ha sacado el peor resultado de siempre con gran diferencia.
7. Jácome se benefició del valor doble del voto de Ourense
El trucado reparto de escaños a favor de las conservadoras Lugo y Ourense, que le quita a la progresista Galicia atlántica diez escaños que le corresponderían si la distribución se hiciese por estrictos criterios demográficos, como en Portugal, anunciaba que la en los últimos días previsible entrada en el Parlamento del cantonalismo orensano del partido del estrambótico alcalde de la capital Gonzalo Pérez Jácome sería una consecuencia de esa distorsión del principio de una persona, un voto. Sin embargo, Jácome obtuvo un resultado tan espectacular, del 9% en la provincia y el 18% en la capital, que habría obtenido su diputado aunque Ourense tuviese los nueve que le tocan por población, pues precisamente su escaño fue el noveno en adjudicarse en el reparto de los catorce con los que cuenta esta circunscripción.
8. Yolanda Díaz
Yolanda Díaz, quien en un decenio pasó de ser portavoz de un grupo de dos concejales en Ferrol a vicepresidenta segunda del Gobierno, se convirtió en el último lustro en todo un mito electoral gallego en sí misma. El CIS la encumbró durante meses y meses como la política mejor valorada de España. Sin embargo, era un título peligroso, por antecedentes como los de Rosa Díez y Albert Rivera. En 2020, pese a que la pandemia fue decisiva en el lanzamiento de su imagen como ministra de Trabajo, ya había mostrado su limitado tirón en Galicia, pues su implicación en la campaña no impidió que Galicia en Común se quedase fuera del Parlamento. En las generales de 2023 consiguió mantener en pie el espacio que había creado Pablo Iglesias al frente de Podemos y sus aliados, si bien con siete diputados menos y por debajo de las enormes expectativas que hubo en algunos momentos. Pero el domingo se llevó un batacazo descomunal en Galicia, a través de su íntima amiga de la juventud, Marta Lois, a la que puso a dedo de candidata de Sumar. Su 1,9% de los votos no está tan lejos del alrededor del 1% que la propia Yolanda Díaz obtuvo al frente la Izquierda Unida gallega en 2005 y 2009. Sin embargo, los que anticipan su funeral político en Madrid no deberían olvidar, por no ir más atrás en el tiempo, los cinco años que su paisano Mariano Rajoy aguantó en la Moncloa después de la publicación de la contabilidad clandestina de su partido. El del político gallego atornillado a la silla sí que es un mito más que verdadero. "
(Anxo Lugilde , La Vanguardia, 22/02/24)
No hay comentarios:
Publicar un comentario