"En Galicia hemos visto que la indignación social puede convertirse en
votos si la izquierda es capaz de presentarse como una oposición real.
En poco más de un mes, Alternativa Galega de Esquerda, una coalición
electoral entre federalistas e independentistas, ha puesto patas arriba
el mapa electoral gallego y se ha plantado con el 14 por ciento de los
votos partiendo de la nada.
Si tenemos en cuenta que el histórico BNG,
libre además de su ala derecha que emigró hacia la nada, ha superado el
10 por ciento de los votos, tenemos que más del 24 por ciento de los
votantes gallegos ha optado por fuerzas políticas a la izquierda del
PSOE, que se ha quedado en poco más del 20 por ciento. No hay que
olvidar que hace solo un mes, el CIS daba sólo un diputado a la
coalición liderada por Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz y que pocos
éramos entonces los que pensábamos que AGE podía pasar de los dos o tres
escaños.
Los únicos activos que se le presuponían a la Syriza gallega eran el
impulso federal de Esquerda Unida (que en las generales había obtenido
un resultado digno en Galicia y a la que las encuestas daban una
representación testimonial en la cámara legislativa gallega) y el
carisma de un Xosé Manuel Beiras que, aunque veterano, podría robarle
algunos apoyos al BNG.
Muchos querrán decir ahora que lo que se ha
producido es una recolocación de los votos nacionalistas, pero basta
leer los resultados con atención para darse cuenta de que Beiras es
mucho más que una imagen que se lleva votos propios del BNG y que AGE es
mucho más que una fuerza nacionalista tradicional aliada con Esquerda
Unida por mera conveniencia. Puede que incluso algún que otro cuadro de
la coalición, cegado por la miopía y la mediocridad propia de muchos
fontaneros lo vea así, pero por suerte la política a veces vuela más
alto que los burócratas.
Beiras ha demostrado ser mucho más que la historia reciente del
nacionalismo gallego, revelándose como un dirigente de altura, capaz de
identificar las contradicciones y las posibilidades políticas del tiempo
presente. Los que desprecian la formación intelectual en la política
han saboreado la amargura de una lección que no olvidarán; que los
dirigentes, para ser tales, están obligados a estudiar y a asomar la
cabeza por encima de la vida interna de partido.
Beiras nunca ha dejado
de estudiar y su paso por los foros sociales y su cercanía a los
movimientos le han hecho entender muy bien lo que significó el 15M y lo
que significa una crisis de régimen. Los fontaneros pueden ganar
congresos pero para ganar en política hace falta algo de esa
inteligencia que el genio sardo llamaba orgánica y que sirve para
conectar con el pueblo.
Yolanda Díaz, por su parte, ha sabido recuperar la mejor tradición
del comunismo; su capacidad y generosidad para tejer frentes amplios que
aspiran a representar una mayoría social y popular en un momento
histórico en el que la resistencia democrática frente a un fascismo con
rostro de tecnocracia, es la mejor receta para que la izquierda pueda
aspirar a algo más que a un tercer espacio.
La refundación de la
izquierda que muchos despreciaron como una jugada tacticista de sus
promotores, ha tenido en Galicia una etapa estratégica crucial.
La prueba de lo que digo es que una coalición política con
escasísimos recursos ha sido capaz de llenar mítines y de movilizar, en
poco más de un mes, una ilusión social que se ha transformado, sobre
todo en los núcleos urbanos, en la oposición viva al Partido Popular.
Los portavoces de AGE han movilizado la conciencia nacional gallega
mejor que nadie pero, sobre todo, han apuntado contra la política de las
élites, con un estilo incorrecto, rompedor, pidiendo cárcel para los
banqueros y los corruptos y haciendo propios buena parte de los mensajes
y el estilo que la movilización social de los últimos tiempos ha
incrustado en una parte importante de la sociedad.
Hay que tomar nota además de algo que en América Latina saben desde
hace tiempo y que AGE ha manejado tan bien como su referente griego;
contar con buenos portavoces. Presentar buenos candidatos es mucho más
que jugar con la imagen y el carisma como elementos de marketing
político. Los buenos candidatos son la pieza imprescindible para que los
discursos se conviertan en motores que organicen la indignación social." (Pablo Iglesias – Público.es, en Attac España, 28/10/2012)
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