"(...) ¿Qué suponen estas elecciones para Galicia?
Galicia está en un proceso de lento hundimiento. Hay una
crisis existencial. Parámetros como la demografía, los pilares
económicos tradicionales y la propia conciencia comunitaria están en una
situación crítica agravada por la dejadez de responsabilidades.
Estas
elecciones pueden significar clavar un clavo más en el propio proceso de
abandono o resurgir. Se trata de frenar la catástrofe, como en el
análisis de Walter Benjamin cuando dice que la revolución hoy no sería
tanto poner en marcha una locomotora, sino frenar la catástrofe.
¿En Marea podría ser ese freno?
Pasar de un vacío a cierto espacio de esperanza se ha
conseguido gracias a En Marea pero es evidente que hoy cualquier
alternativa pasa por ser plural, de integración y acumulación, de
generosidad. El eje puede ser En Marea pero con una actitud de
entendimiento con todas las fuerzas alternativas desde el Bloque al
Partido Socialista.
En Marea tendrá más credibilidad en la medida en que
parte de su programa sea condición integradora, que se vea como un aval
de ese espacio plural. Estamos en una fase subpolítica. La primera
tarea es que la gente perciba como competente la rebeldía y que se
supere este periodo de caricatura para hablar de política.
Lo que está
pasando en Galicia tiene cierta importancia metafórica para el resto. Se
puede dar un proceso ejemplar como el que después del Nunca Máis nos
llevó a un Gobierno de coalición entre la izquierda y el nacionalismo,
en el que hubo una especie de contrarrevolución como la de los
Irmandiños, derrotados por una coalición de la nobleza de Castilla y
Portugal utilizando mercenarios que por primera vez introducen la
pólvora en la Península.
Cuando se tiró abajo el bipartito se utilizó la
pólvora mediática de forma intensísima.
Esa pólvora también se levantó en la negociación Podemos-En Marea.
Lo que vaya a pasar no depende tanto de esa pólvora
mediática que ya se da por hecha, sino de la capacidad de movilizar a la
gente. Aquí la izquierda gana o pierde las elecciones según despierte
una expectativa de esperanza, o no. No hay una mayoría social de
derechas.
Si gobierna la derecha es por la desafección, creo que
justificada, de muchos sectores que no encuentran la confianza básica en
la alternativa por esa subpolítica que se contagia a la izquierda y al
nacionalismo. Muchas veces se hace más hincapié en la autodestrucción y
en el cainismo.
¿Ese cainismo es característico de Galicia?
Se da en todas partes. Como si el espíritu del pequeño
propietario se transmitiese a la política. Es más importante la parcela
propia que la cooperación comunitaria. Viene dado por una degeneración
planetaria de la izquierda. Si no sale adelante el sentido común es
porque hay una filtración vírica en la izquierda que lo tiene paralizado
en un estado de subpolítica.
¿El candidato de En Marea, el juez Luis Villares, puede protagonizar esa ilusión?
Tiene el apoyo de mucha gente y viene avalado por una
trayectoria que no está contaminada de esa condición que algunas veces
tienen las burocracias, las personas con mentalidad de comisarios, que
piensan más en las llaves del local que en dirigirse a la gente.
Villares es una persona en relación con la sociedad pero no mediatizada y
es razonablemente esperanzador.
¿Se conseguirá hacer tanto en tan poco tiempo?
Hay una globalización destructiva que
puede acelerar los procesos, lo vemos claramente en una cuestión que
afecta a todo, como es el medio ambiente, que ya no es una parte del
problema; el problema es el medio ambiente. Las alternativas tienen que
ser de resurgimiento para el país.
Parece que el PSdeG no se recompuso después del bipartito.
No, quedaron muchos daños. Esto demuestra que era
realmente algo serio lo que estaba pasando, podría haber sido ejemplar.
Lo que causa cierto desasosiego es no tener memoria, ya que no sólo
tiene que ver con el sentimiento sino también con el conocimiento.
Al otro lado también quedó tocado el BNG. ¿Qué representa en estos comicios?
Hay que hacer autocrítica para recuperar la credibilidad y
aprender de la historia. Para dar un paso adelante tienes que detectar
primero los errores. El contrapunto positivo es que esté al frente una
mayoría femenina, creo que es una suerte para el Bloque.
¿Por qué parece que sigue mal visto hablar de nacionalismo en Galicia?
Hay una contaminación de la palabra.
Existen otros tipos de nacionalismo que ocultan su condición y tiene que
haber un enemigo. La derecha tuvo cierto éxito al lograr que la
iconografía del demonio se correspondiera con el nacionalismo gallego.
¿Qué es ser nacionalista gallego?
El nacionalismo aquí tiene una condición de xenofilia, de amistad, una idea que estaba en las Irmandades da Fala. Su lema era Galicia como célula de universalidad,
es decir, algo que supera la condición decimonónica de un nacionalismo
que mira para dentro. Para ser internacionalista la primera condición es
asumir solidariamente los problemas de la realidad que tienes a tu
alrededor.
¿Cuál es el factor decisivo en estas elecciones autonómicas?
No depende tanto de Feijóo, que tiene una condición de
cometa que se mueve al soplo del viento. Lo decisivo va a ser que se
despierte el proceso de esperanza y se movilice ese sector de la
sociedad determinante. En Galicia, que haya o no alternativa depende de
que se movilice el silencio.
Tras el 25 de septiembre, ¿sería necesario un nuevo partido de izquierdas nacionalista e internacionalista?
Por supuesto, veremos si las mareas van
en esa dirección. Debería irse por ahí, sería la forma de superar la
subpolítica y contribuir tanto en el Estado como en Europa, que se
encuentran en una calle estrecha atascados, a sacar el barco de las
piedras. Aquí la gente, por si hay un diluvio, está aprendiendo a ser
anfibia." (Entrevista a Manuel Rivas, La Marea, 15/09/16)
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