"Persoal de Vigo denuncia o adiamento de 50% das cirurxías programadas pola falta de previsión.
A crise nos centros de saúde e hospitalarios da Galiza continúa á alza. A vaga de infeccións respiratorias, protagonizada por numerosos casos de gripe e Covid-19, así como a presenza do virus sincitial, está a saturar tanto a Atención Primaria como os servizos de urxencias dos hospitais. Porén, a gravidade da situación é tal que a crise comeza a espallarse á atención que prestan outros servizos hospitalarios.
Así o confirman a Nós Diario fontes da área sanitaria de Vigo, que indican a suspensión de parte da actividade cirúrxica a causa do elevado número de ingresos por gripe e Covid-19 é xa un feito, a pesar de que, segundo os datos de Sanidade, o nivel de incidencia destas infeccións é menor que o rexistrado o ano pasado. "A semana que vén está suspendida bastante actividade", afirman, engadindo que a previsión é suspender "sobre 40-50%". A falta de previsión da Consellaría de Sanidade, din, "é absoluta". "Calquera diría que vimos de pasar dunha pandemia", sentencian.
"El relato de María Botana es el de una de las muchas personas que el pasado 26 de diciembre pasaron prácticamente todo el día en las Urgencias del CHUS, saturadas por el número de pacientes que requerían atención.
Esta usuaria es un ejemplo de la idefensión que sufren los pacientes y denuncia para Galiciapress la precaria atención que recibió su padre, de 71 años, que visitó tres veces en 10 días el Servicio de Urgencias a consecuencia de un accidente de tráfico que le provocó multiples traumatismos que derivaron en una infección respiratoria.
"Nunca había visto algo así. Mi padre lleva enfermo 30 años y mira que hemos estado en Urgencias muchas veces, pero lo del martes yo no lo recuerdo jamás".
La que habla es María Botana, un de las muchas, muchísimas personas que
pasaron San Esteban, 26 de diciembre, en la sala de espera o en uno de
los pasillos de las Urgencias del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). El servicio, como viene ocurriendo tantas veces y con cada vez más frecuencia, vivió otro episodio de colapso el pasado martes, que se prolongó en los días posteriores y que evidencia el deterioro de la sanidad pública gallega,
ya que el del hospital compostelano no es un caso excepcional. No
obstante, testimonios como el de María ayudan a poner rosto al
sufrimiento de todos esos pacientes y familiares que, durante horas,
esperan a ser atendidos y escuchados, pero que muchas veces se
encuentran indefensos ante un sistema absolutamente saturado que no
puede absorber la altísima demanda que existe, con consecuencias
dramáticas en ocasiones.
TRES VISITAS A URGENCIAS POR UN ACCIDENTE DE TRÁFICO
Para María, la del 26 no era su primera visita a Urgencias este año. De hecho, en cuestión de 10 días, su paso por Urgencias tiene hasta tres capítulos. El primero de ellos el pasado 15 de diciembre, cuando un accidente de tráfico obliga a su padre, de 71 años y con diversas patologías previas, a recibir una atención inmediata. "Ingresamos por el accidente y se pasó más de 5 horas esperando a ser atendido", relata la afectada, que ya en esa fecha critica la mala atención recibida.
"Mi padre se quejaba de un fuerte dolor en el pecho tras el accidente. Le hicieron una placa en un costado, pero no se vía bien y lo mandaron a casa con paracetamol. Tuvimos que volver el lunes 18 de diciembre por las Urgencias del CHUS porque tenía muchísimo dolor", explica María. En esta segunda visita, la atención fue "mucho más rápida" y las pruebas realizadas entonces, tres días después del siniestro, constataron que "tenía rota una costilla, el esternón y el manubrio".
"Le dieron un analgésico y nos indicaron para
una nueva placa para dentro de diez días. Cuando llamo para pedir la
placa nos la ponen el 10 de enero y el traumatólogo nos cambia la
medicación pautada en Urgencias", avanza. Tras la segunda visita, y a
consecuencia de los traumatismos sufridos en el accidente, su padre
desarrolló una infección respiratoria. Al tiempo, una de las heridas de
la pierna, también fruto del choque, comenzó a empeorar -"En el CHUS no se la miraron y en el centro de salud no le hicieron bien las curas", detalla la hija del paciente-, lo que los obligó a acudir, de nuevo, al SERGAS.
MÁS DE SIETE HORAS EN UNA SILLA DE RUEDAS
En esta tercera ocasión, la primera parada fue el PAC de Ordes, donde su médico de cabecera, después de explorarlo, consideró oportuno su ingreso en el hospital por la infección respiratoria que arrastraba el septuagenario.
Sin embargo, y pese al historial de su
progenitor -recordamos: esternón y manubrio rotos, infección
respiratoria, patologías previas, y varias costillas rotas además de la
clavícula fruto de una caída- y a ser derivados desde el PAC, en el CHUS
tuvieron que esperar, de nuevo, varias horas a ser atendidos.
Concretamente, desde las 12:42 horas que arribaron al hospital hasta las
20 horas que fueron atendidos. En total, cerca de 7 horas y 20 minutos "esperando en los pasillos en una silla de ruedas" y sin recibir ni un solo calmante "hasta las 23 horas que se lo pusieron en vena".
Sorprende que el triaje no catalogase su atención como preferente y que en el informe de Urgencias se indique que llegan al CHUS por "iniciativa propia" y no por recomendación del facultativo del PAC. "La explicación que nos dieron es que la valoración que se hizo en triaje del volante que nos dieron era porque la analgesia recetada no era suficiente. Incluso nos preguntaron si nuestro médico no era capaz de de adaptar la dosis de analgésicos, pero ese no era el problema, sino el dolor que tenía mi padre".
Coincidió que, ese mismo 26 de diciembre, las Urgencias del CHUS se vieron una vez más totalmente sobrepasadas por el aumento de la demanda. Las infecciones respiratorias y los casos de gripe A están congestionando los servicios de toda la comunidad, pero en el caso del hospital santiagués, tal y como recopilaron desde la Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS, eran 32 los pacientes graves que esperaban en camillas o sillas de ruedas en los pasillos a las 16 horas del martes, con 34 pacientes con el ingreso firmado ocupando las zonas de trabajo. Solo dos horas después, ya eran 41 los pacientes graves en los mismos corredores en los que aguardaban vez María y su padre.
Una escena que se repitió al día siguiente y que tuvo su prolongación hasta ayer, cuando la plataforma denunció que por la tarde había "31 enfermos graves de nuevo en camillas y sillas de ruedas colocados en los corredores, esperando a ser atendidos". En paralelo, 41 pacientes tenían el ingreso firmado a planta, provocando un nuevo embotellamiento en el servicio.
Una vez atendido, esta vez de forma "muy buena, muy profesional por parte de todos los sanitarios", el padre de María no recibió el ingreso firmado hasta pasada la 1 de la madrugada del 27 de diciembre, pero no fue hasta el mediodía del miércoles que fueron trasladados al hospital provincial. De hecho, el del traslado fue el episodio que más malestar despertó en María, ya que se hizo, de alguna forma, a espaldas del familiar.
"Cuando mi padre estaba en observación me
pidieron que lo dejase mientras lo aseaban. Nos avisan por el altavoz,
pero pasaron unas tres horas y no me daban aviso, de manera que regresé
junto a él para tranquilizarlo para que viese que seguía en el hospital.
Cuando llegué ya no estaba allí. Lo busqué y nadie sabía
decirme dónde estaba, si en planta o en otro centro. Resulta que lo
habían trasladado al hospital provincial sin avisar antes a su
acompañante", expone la afectada, que no ve "normal" que algo así pueda pasar sin notificarlo al familiar.
"SI NO DENUNCIAMOS NO CAMBIARÁ NADA"
Pese
al mal trago, a María no le queda más remedio que comprender que los
propios sanitarios viven unas circunstancias totalmente atípicas. "Están desbordados.
Estuvimos pegados al control y escuchas las conversaciones entre los
sanitarios, y alguno decía que no estaba en el turno que le
correspondía, pero que los llamaron porque hacían falta más manos porque
no podían aceptar más ingresos", recuerda.
"Algunos usuarios protestan porque están cansados de estar allí, pero muchos pasan. Hasta los sanitarios nos dicen que tenemos que poner quejas ante la Xerencia para que haya cambios. En cuanto tenga el informe de alta lo haré. ¿Una denuncia? Dependerá de la respuesta que me contesten...pero se pasarán la bola, no sé si compensa", admite con resignación.
A renglón seguido, María sospecha que el trato recibido puede deberse, en parte, a la casuística de las dolencias de su padre. "Tengo la sensación que nos tuvieron así porque ya era la tercera vez que íbamos por un accidente de tráfico. ¿Se creen que vamos por una cuestión de dinero? No nos interesa, quiero que mi padre se encuentre bien, porque tener que estar entre médicos con él también nos afecta a nuestra vida diaria", valora.
Ahora, casi un mes después del accidente, su padre se encuentra ya ingresado en el hospital provincial recibiendo los cuidados necesarios para una recuperación que, afortunadamente, parece ir a buen ritmo. "Otros no estaban tan bien como mi padre, dentro de la gravedad del estado de mi padre y sin saber las heridas internas que podría tener. Seguro que otros estaban con muchos otros problemas. ¿Si vas con un infarto te tienen allí en el pasillo?", cuestiona María, muy en la línea de la denuncia que hicieron para el sindicato O'Mega para este diario, donde recapitularon que ya en el pasado "murieron pacientes en los pasillos de Urgencias".
El mensaje final que quiere trasladar María con su experiencia es animar a otros muchos usuarios que vieron sus derechos vulnerados a que "lo cuenten, que visibilicen lo que ocurre en los hospitales, si no hacemos nada seguirá ocurriendo lo mismo". " (Rodrigo Brión, GaliciaPress, 29/12/23)
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