8/3/24

Este proceso electoral y su resultado ha sido radicalmente novedoso y supone una cesura.. el PP fraguista supo construir una idea de país basada en un galleguismo banal y sentimental que se expresaba en las infraestructuras, el folclore y una cierta reivindicación tramposa de lo rural. El drama de la izquierda es que a este magma difuso no fue capaz de oponerle una alternativa creíble... Sin embargo, estas elecciones han supuesto un cambio drástico en ese desigual reparto de papeles. Y es que, por primera vez, ha habido una fuerza de izquierdas, el BNG, que ha sabido plasmar y transmitir otra idea de Galicia. Una idea en la que los gallegos aparecemos retratados como lo que somos: diversos, creativos, esperanzados, alegres, hospitalarios y muy sensibilizados con nuestro entorno y nuestra cultura. Y no como esa triste grey a la que los pastores sacan a apacentar... lo que hemos visto es que el PP ha renunciado ya completamente a definir su idea de país. “Si hablamos de Galicia nos estrellamos”, decían sus asesores, para volcarse únicamente en temáticas nacionales. No es de extrañar así que, en el mundo al revés, fuese el PP quien hizo de oposición al BNG... estas elecciones han mostrado el espejismo de la fortaleza del PP. Puede parecer una temeridad decir esto con sus imponentes cifras pero, al cabo, lo que los separa de perder el poder son apenas dos o tres puntos porcentuales. Y no hace falta ningún vuelco social radical, sino apenas un leve movimiento de unos miles de votos para que esto se produzca. Es decir, viven al borde del abismo

 "(...) Pero lo cierto es que este proceso electoral y su resultado ha sido radicalmente novedoso y supone una cesura que resquebraja la imagen anterior. Desde antaño, los partidos de izquierda, han comparecido a las distintas elecciones con una única idea principal: echar el PP. Y luego, cada uno desgranaba sus distintos programas casi como si esto constituyese un asunto secundario. Por el contrario, el PP fraguista supo construir una idea de país basada en un galleguismo banal y sentimental que se expresaba en las infraestructuras, el folclore y una cierta reivindicación tramposa de lo rural. El drama de la izquierda es que a este magma difuso no fue capaz de oponerle una alternativa creíble.

Sin embargo, estas elecciones han supuesto un cambio drástico en ese desigual reparto de papeles. Y es que, por primera vez, ha habido una fuerza de izquierdas, el BNG, que ha sabido plasmar y transmitir otra idea de Galicia. Una idea en la que los gallegos aparecemos retratados como lo que somos: diversos, creativos, esperanzados, alegres, hospitalarios y muy sensibilizados con nuestro entorno y nuestra cultura. Y no como esa triste grey a la que los pastores sacan a apacentar.

En el extremo contrario, lo que hemos visto es que el PP ha renunciado ya completamente a definir su idea de país. “Si hablamos de Galicia nos estrellamos”, decían sus asesores, para volcarse únicamente en temáticas nacionales. No es de extrañar así que, en el mundo al revés, fuese el PP quien hizo de oposición al BNG. Y, a falta de otra idea, simplemente se dedicó a mancillar la cosmovisión que proponía el nacionalismo. De repente, los del PP pasaron a ser “os do non”.

Lo que vimos en campaña fue el fiel reflejo de esta dicotomía. Por un lado, un BNG que aparecía por todas partes, acompañando a los sectores más pujantes de Galicia y, por otro, un PP atrincherado en sus artificiosos macroactos de polideportivos. El mundo había cambiado. Y si en el pasado eran “los del Bloque” los que estaban recluidos en su pequeño universo y era el PP quien colonizaba la vida social, ahora son estos quienes se muestran arrinconados, en un nicho sociológico cada vez más estrecho, ineptos para relacionarse con la sociedad a la que gobiernan.

No hay más que ver sus cifras. En las ciudades, en los territorios más dinámicos, industrializados y con una vida sociocultural más diversa y fecunda, sus resultados están casi a la par —y a veces por debajo— de los del BNG. Y lo mismo ocurre cuando analizamos sus apoyos por franjas de edad o por estudios donde el PP obtiene sus grandes apoyos entre los mayores sin estudios y estos descienden ominosamente entre la población ocupada más formada. De hecho, la encuesta del CIS exhibía un apabullante 40% de votantes con estudios superiores que anunciaban su voto al BNG, fuerza que volvía a ser notablemente mayoritaria entre quienes poseían estudios de secundaria. El porcentaje aún aumentaba más cuando se les preguntaba qué partido trataba temas de su interés. De un modo similar, en términos de edad, el BNG supera ampliamente al PP entre los menores de 50 años y el PP solo es muy mayoritario entre los mayores de 75."                 (Jorge Armesto, El Salto, 28/02/24)

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